martes, 26 de febrero de 2013

Una nota curiosa en la biografía de don Juan González Hernández (1855-1927)



Contribución al centenario de la colocación de la primera piedra de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (1913-2013)


Hace algún tiempo nos topamos con un curioso (y creemos que poco conocido) documento, relacionado con el promotor de la iglesia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, del barrio terorense de los Arbejales. Nos referimos a don Juan González Hernández, rector de la parroquia de Teror durante los años 1908 a 1927. Se trata de una petición, fechada el 31 de mayo de 1876, en la que el religioso solicita al alcalde de Las Palmas, el cráneo de su madre, María de los Reyes Hernández Martín, fallecida cuando éste aún era un niño. En el mentado documento (que transcribimos a continuación) el joven don Juan González, argumenta motivos piadosos, para conservar en su poder los restos de su madre, toda vez que habían sido extraídos del nicho donde recibían sepultura.

 Retrato de don Juan González Hernández, párroco de Teror durante el periodo 1908-1927.

Dicha petición fue aprobada en sesión ordinaria, el 19 de junio de 1876, en vista de la cual se acordó acceder a lo solicitado, dando la oportuna orden al administrador del cementerio. Desconocemos el destino de los restos mortales de la progenitora del párroco. La expresión «conservar en mi poder» que usa el peticionario, nos podría llevar a pensar (creo que erróneamente) que los guardó en su propio domicilio. No obstante, lo más probable es que fuesen a reposar en el cementerio parroquial de Teror. Sea como fuere, el documento al que nos referimos completa y añade un dato más a la biografía, del que ha pasado a la historia de Canarias, como el inspirador de un templo (el primero dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, en el archipiélago) que en este presente año ya cumple el primer centenario de la colocación de su primera piedra.

Gustavo A. Trujillo Yánez

TRANSCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO:

«Sr. Alcalde de Las Palmas:

Don Juan González Hernández, subdiácono, natural y vecino de esta ciudad, a Usted espone; que deseando, por un motivo piadoso, conservar en mi poder el cráneo de mi madre (que en paz descanse). Y habiénsose dicho cráneo estraído del nicho y bajo la custodia del capellán del cementerio.

Suplica a Usted, se digne dar la orden oportuna a dicho capellán, a fin de obtener lo que dejo solicitado. Gracia que no dudo alcanzar de la conocida rectitud de Usted.

Las Palmas, treinta y uno de mayo, de mil ochocientos setenta y seis».