sábado, 22 de enero de 2011

El año de los cometas

Los antiguos libros sacramentales de la Parroquia de Teror ofrecen al historiador datos valiosos sobre la población que habitó este lugar desde principios del siglo XVII hasta el momento presente (los del siglo XVI desaparecieron). Por lo general, la información que éstos contienen suele ser bastante parca, pues se limita a ofrecer el nombre, la edad, la filiación y en algunos casos la profesión de los familiares o del individuo que recibe las aguas del bautismo, se confirma, toma matrimonio o fallece. Sin embargo, en otras ocasiones el párroco o anotador de turno, iba más allá de su cometido y registraba datos o sucesos curiosos, enriqueciendo aún más, si cabe, este importante legado documental. Tal es el caso de las veces en las que se apuntaba el mote o sobrenombre de la persona que recibía el sacramento en cuestión, se anotaban las circunstancias extraordinarias de su muerte o nacimiento, o se hacía lo propio con algún acontecimiento ocurrido digno de ser recordado (de forma especial, epidemias, guerras y/o desastres naturales). En este último grupo (el de los acontecimientos extraordinarios) cabría incluir la escueta y sugerente anotación “Año de los cometas” asentada por el bachiller Salvador Morales Párraga, en los últimos días del mes de diciembre del año 1619.
        Efectivamente, un año antes los europeos tuvieron ocasión de observar la aparición de 3 cometas, fenómeno que impulsó aún más la recién iniciada revolución cosmológica y astronómica, los abundantes debates sobre teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico (aquella que sostiene que la Tierra y el resto de planetas giran alrededor del Sol) o la utilización del telescopio desarrollado por Galileo Galilei. Asimismo, este hecho estimuló la eclosión de una abundante literatura científica y filosófica, que acabó trascendiendo a todos los ámbitos de la cultura. Sirvan como ejemplo el tratado del jesuita Horazio Grassi De tribus cometis ani 1618 disputatio astronomica, el Discorso delle comete de Mario Guiducci, o los Discursos astrológicos del cosmógrafo portugués Antonio de Nájera, entre otros muchos.

La aparición varios cometas en 1618, dio lugar a la publicación de numerosos tratados y estudios como el de la ilustración. Tampoco pasó desapercibida para Salvador Morales Párraga, párroco de Teror durante los años 1617-1628.

        Sin embargo, junto con esta postura más científica y racional, convivía otra visión más mágica y prodigiosa, pues para muchas personas de aquellos tiempos, estos fenómenos naturales eran comprendidos en clave sobrenatural, siendo interpretados en muchos casos como signos de mal agüero. El caso es que, bien fuese influido por una u otra causa, el bachiller Morales Párraga tuvo la curiosidad de asentar un fenómeno celeste, que a buen seguro causó admiración a quienes tuvieron la oportunidad de observarlo. Una anotación, que aunque breve, nos demuestra que los terorenses (y de paso los canarios) no vivían ajenos a las ideas y acontecimientos que circulaban o sucedían en el resto de Europa y América; una de esas tantas concepciones erróneas (me refiero a la del supuesto aislamiento o atraso en el que vivían nuestros antepasados) que solemos tener sobre nuestro pasado.

Gustavo A. Trujillo Yánez

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